(Montero, 2022)- en tres formas de río-agua-bien de consumo: el primero como río contenedor para realizar deportes, el segundo como río producción para el riego de la agroindustria o la minería, así como la producción de electricidad, y el tercero como río conservación, para contemplar. Estas tres formas de retratar corresponden ciertamente a dos maneras de ver la naturaleza, aquella que se extrae y su contrapuesto, la que se conserva. Relaciones que son, como nos orienta Pignocchi (2022) dos formas del mismo tipo de vinculación de uso, aquel en que los seres no humanos son convertidos en objetos y el hombre, separado de la naturaleza, puede disponer de ellos a su antojo, aunque sea protegiéndolos (Descola & Pignocchi, 2022, p.6), en donde el río es visto como un bien mueble ya sea para ser conservado o explotado, pero no para ser vivido o con-vivido. Las imágenes que aparecen niegan (al no presentar) a aquellos que habitan el río, desde las personas que conviven habitualmente con él hasta las plantas y rocas que son parte de él. El río no es retratado desde la convivencia de quien da la cara y lo navega, como lo son los ríos de otras latitudes (Yao, 2022), sino que da cuenta de su carácter correntoso de río sedimentario en que su uso se limita al agua (como una abstracción separada de su contexto) y los potenciales que ésta entrega (riego, electricidad, turismo).